Cátedra de Comunicación Espiritual Divina de Nuestro Señor Jesucristo
Canalizado por: Hermana Concepción
Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de buena voluntad. Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de buena voluntad. Gloria a Dios en las Alturas y desciende mi Espíritu Limpio y Puro, de la Escala de Perfección hacía la de Jacob, y de ahí a vuestro propio entendimiento humano.
Bienvenidos sean los que vienen por primera, por segunda y por tercera vez y los que aposentados sois ya en este Bendito Redil Sacrosanto. Pasad, hijos de Jerusalén a tomar de vuestro banquillo, y escuchar con atención mi consoladora Parábola.
Benditos y alabados sean, los unos y los otros, que recibiendo sois a todos por igual, mis hijos benditos y bien amados, que acercándote eres en Alba Bendita llena de Gracia. Yo lo recibo sin distinción alguna de Raza, de Credo, de Color, porque todos sois mis hijos buenos y malos, y a todos recibo por igual, en esta bendita Alba llena de Gracia.
Alba primicia del mes de febrero, del año del Hombre 2022, en el cual mi Aposento es en esta carnecilla que ha sido tocada por la mano del Hombre, mas más le valiera aquellas manos no haberle tocado; porque así mismo -mis hijos benditos-, lastimándose sois a sí mismos. Al lastimar a vuestro semejante y hermano, sois como lo hicieses a mí mismo, y han tocado esta carnecilla una, dos y tres veces. Mas cuentas claras y precisas han de entregar a mi Padre amado, a mi Padre Eterno, quien asimismo es quien ha juzgarles de grande manera.
Ved y contemplad mis pequeños hijos, mis bien amados, como sois a vosotros mismos hechos a imagen y semejanza, mis amados. Más asimismo la Tierra fértil les he entregado, asimismo, se las he entregado a vosotros, y vosotros vais por los senderos destruyendo todo cuanto a tu paso ves, destruyendo todo cuanto vas tocando, mis hijos benditos y bienamados.
Más ve, contempla, Humanidad entera, Congregación amada, qué hechos has sido a imagen y semejanza, y os he formado como aquellas mariposillas que siendo orugas, les he entregado de aquellas alas para volar, trabular de un lugar a otro, y no quedéis estancados en un solo lugar esperando que ha de caer de las alturas para vosotros, mis pequeños amados. Porque todo cuánto he dado para vosotros lo habéis destruido, mis pequeños hijos.
Mirad y contemplad que no eres hecho, ni forjado para combatir en aquellas guerras. No te hice, ni te forjé para realizar aquellas armas con las cuales has de arrebatar de la vida a tu semejante y hermano. No he hecho, mis hijos benditos, aquellos animalillos para que sean maltratados por tu mano, mis pequeños amados. No he hecho aquellas maravillas, para que vosotros acaben con todo, mis pequeños amados.
Contempla que Yo te entregue un paraíso, ¿y qué has hecho con ese paraíso?: acabar, destruir, maltratar, mal mirar y juzgar…No es lo que Yo te puse en el sendero, mis pequeños amados. Yo te iluminé el sendero para que fueses hacia adelante sin tropiezo alguno; aparté el espino y el pedrusco para que no calleres; más vosotros mismos, el uno al otro, el mismo Hombre ha venido a destruir todo cuanto a vuestro paso habéis de encontrar. Y el uno al otro va poniendo el pedrusco y el espino, porque no sois capaz de tomarse de vuestra mano y ayudar a vuestro semejante y hermano, porque es más fácil para vosotros poner el pie para que el otro caiga, mis pequeños benditos.
Te otorgué dos pupilas para que contemplases mis maravillas, oh Humanidad entera. Y vosotros vas mal mirando y juzgando a vuestro semejante, y a vuestro hermano. Yo otorgué de aquella gargantilla para que elevaras vuestras plegarias por toda tu Hermana Humanidad. Más vosotros, abréis vuestros labios para blasfemar, para mentir, para criticar, para hablar mal de vuestros semejantes, de vuestro hermano.
Te dí auriculares, mis pequeños benditos, para que escucharas el trinar de aquellas aves. Para que escucharás la campana sonora. Y vosotros sólo sois escuchando la blasfemia, y el murmullo, mis pequeños benditos.
Te dí un corazón para que palpitara a la par del mío, y vosotros lo has llenado de rencor, lo has llenado de odio, y no lo escucho palpitar con aquel amor hacia vuestros semejantes, y hacia vuestro hermano… ¿Por qué, mis pequeños benditos?
Te di palmas, para que palparas, para que sintieses la intemperie de los tiempos; para que distinguieses del frío y del calo. Y vosotros con vuestras palmas vas destruyendo todo cuánto a tu paso vas encontrando. ¿Más que deseas más de Mí, mis hijos benditos y bien amados?, sí todo cuanto os he dado lo has destruido, alba con alba. he traído para vosotros y he depositado en vuestras palmas, mis hijos benditos, a Manos llenas. ¿Más qué haces con todo aquello que Yo te entrego? No eres capaz de compartirlo con aquel que no me conoce, con aquel que no me ha visto, porque ciego es. Con aquel que no me ha escuchado, porque sordo va. Y vosotros, vas echando en saquillo roto todo lo que te he entregado
Limpiando he de ser esta gargantilla: Limpio y desmancho esta gargantilla, quieren cerrarla por completo; pero más valiere no tocar a ninguno de los míos, porque cuentas claras y precisas han de entregarme, tanto a mi Padre como a mi mismo. Y no les perdono en esta ocasión, porque esta de mi carne, quita de sus labios el pan para entregarlo a sus semejantes. Y así mismo, no dañado es a la Humanidad, porque ha sido dañada. Más bendecida sea esta envoltura y quiénes oren por ella.
Más ante Mí vendrán aquellos que han querido lastimar y hacer que trabule este envoltura. Arrodillados vendrán a pedir el perdón. Mas Yo os digo a vosotros, Congregación amada, son tiempos de cambio, en cuanto se abre la Luz, en cuanto se abren las albas, vosotros elevar esa plegaria de amor por toda tu Hermana Humanidad; por la Paz y la Tranquilidad de vuestros hermanos, de las grandes multitudes, por aquellas pestes, mis hijos benditos.
Abre tu corazón de par en par. No lo cierres ante los acontecimientos, mis hijos benditos. Si no abres de grande manera vuestro corazón, abre vuestras pupilas espirituales y contempla las maravillas que traigo para vosotros.
Mas tiempos malos vendrán, pero Yo te cubriré y te protegeré, para no seas quedando en ellos. Porque también, cambios para bien han de llegar, mis pequeños amados. Tus pupilas se abrirán de par en par, para contemplar esas maravillas.
Oh Pueblo de Jerusalén, jamás teman de lo que han de contemplar vuestras pupilas, jamás teman de cuanto os rodea, de cuanto os acontece; sino abriendo el alba, eleven plegarias a mi Madre amada, que siempre está orando por vosotros.
Sean pidiendo el faro luminoso a Elías, que en todo momento y en todo instante iluminará de vuestro sendero.
Oh congregación amada, no desistan de pedir, de orar y de enseñar mi Verbo Divino a toda la Humanidad entera. Todos y cada uno necesitarán una palabra de aliento, una palabra de Consuelo, una palabra de Paz, de Tranquilidad, mis pequeños vendidos y bienamados.
Jamás me alejaré de vosotros, y no permitiré que este portador de Mi Voz sea decayendo. Lo elevaré, de grande manera, para poder comunicarme con todos y cada uno de vosotros.
Oh Pedro amado, ¿qué puedo esperar de ti?
Bendito y alabado seas, vafrón amado. No temas, qué has elevado aquellas plegarias y han sido escuchadas. Y por ti, qué no te cansas de pedir por la Humanidad entera, es que apenas se ha protegido a tu pequeño varón. Mas cuentas claras y precisas han de entregar aquellos de mis hijos que van erróneamente por los senderos. No temas varón, y Fuerza y Fortaleza he de depositar para ti y para los tuyos. Toma y lleva, varón amado.
Eso es lo que sois ganando cuando elevan aquellas plegarias para pedir, no sólo por vosotros, sino por la Humanidad entera. En lugar de maldecir, de juzgar y de mal mirar… Oren, mis pequeños benditos; que todas aquellas oraciones tendrán sus beneficios.
Contemplen en verdad, qué si mi carne no orara, hace mucho tiempo que hubiese trabulado, mis pequeños benditos. Si el varón no orara, aquel de su vástago hubiese quedado en el sendero. Más si vosotros no elevan sus plegarias, contemplando de aquella flor amarga serán, mis pequeños benditos. Mas cuentas claras y precisas me han de entregar de toda su labor, mis pequeños. Más Yo les he entregado Semillas, corazones benditos; y vosotros habréis de sembrarlas con Amor, para que no den el fruto amargo.
No temas, Pedro Amado, vuestra tu calza y sigue con Amor a vuestro Maestro. Bendito seas
No desistan y no se cansen de pedir, mis pequeños amados, que Yo no me cansaré de entregarles a Manos Llenas. Más no me pidas de “la riqueza” mis pequeños, porque en verdad os digo que aquel que el denario lleva en abundancia, es corto de corazón, falto de sentimientos y de bondad. Más vosotros, mis pequeños amados, ámate más y odiate menos; porque vengo contemplando como no eres entregándote ni un poco de cariño para vosotros mismos. Mírate en aquel espejo y contempla vuestra perfección, porque si ante los las pupilas de tu Jesús Amado tú eres perfecto, ¿por qué no lo eres ante tus propias pupilas? No contemples los defectos en los demás, y no contemples tus propios defectos, sino analiza tus virtudes y sácalas a flote, mis pequeños amados, para que puedas fluir y salir adelante. Porque si vienes contemplando vuestros defectos, serás quedándote en el sendero, y no querrás avanzar más. Ante mi Pupila tú llevas la perfección; asi mismo sigue adelante, mis pequeños benditos.
Con estas parábolas que Yo te entrego, que sí para Mi eres perfecto, lo serás para tu hermana Humanidad y para vosotros mismos, mis pequeños amados. No temas jamás, mis pequeños benditos.
No cortes aquel fruto amargo, aprende a contemplar con tus pupilas espirituales para que sepas distinguir el dulce de lo amargo. Abre tus auriculares espirituales, para que puedas contemplar y escuchar aquella voz que ha de guiarte por los senderos de Luz y de Gracia. Y para que no escuches al falso profeta, mis pequeños amados.
Perdona a aquellos que dudan de mi Madre y que blasfeman de Ella. No lo hagas tú, y perdona mis pequeños amados.
Aprende a perdonar a vuestro enemigo, para que seas llenado de mi Luz y de mi Gracia. Yo contemplo por lo que has venido y no has de temer, corazones de buena voluntad. Que mientras estés con esta Fe abierta de par en par, nada os faltará. Y si has caído en el lecho del dolor, por mi Voluntad te has de levantar, mis pequeños benditos.
Prueba nuevamente hosteríaos te digo, esta carne por la cual me comunicó con vosotros: que se han encontrado en el camastro, se he encontrado desfallecer y a un paso de trabular, y hela aquí ante vosotros, entregando a mi Parábola Bendita. Mas no temas jamás de mi Luz, mis pequeños amados.
Oh Pedro Bendito y Amado, hacerme presente de vuestras aguas. Bendito y alabado seas. Aguas cristalinas, que traídas sois del Río Jordán, limpiadas y desmanchada han de ser y convertidas en Bálsamo de Sanidad: aquel que bebiere de ellas, Sano y Salvo será, porque es mi Voluntad amada.
Hacedme presente vuestro botón; bendito seas.
He de derramar, de grande manera, vuestras Aguas Benditas y bienamadas primeramente a vuestra Escala, símbolo de la Hermandad Espiritual. He de derramar este rocío a vuestras aguas que convertidas serán en Bálsamo de Sanidad. Este rocío llegue a vuestras lejanas y cercanas comarcas. Sea este rocío derramado a vuestros caminos y caminantes, a vuestros mares, lagos y ríos; a las montañas bajas y altas, las llanuras. Sea este rocío a todos y cada uno de mis hijos que trabulan en las callejuelas. Sea derramado este rocío a las cárceles y presidios donde se encuentran recluidos mis hijos con culpa y sin ella. Sea derramado este rocío a vuestas estatuillas de esas inicencias benditas. Sea derramado este rocío, a vuestros amuletos, antorchas y a todo cuanto me haces presente. Sea derramado este rocío a todo ser viviente en el Haz Terrenal. Sea derramado este rocío a mis Pedestales, a mi Congregación Amada, al Pueblo amado de Israel, a vuestros hogares y a quienes habéis dejado en ellos.
Hecho ha sido, Pedro bendito. Levanta vuestra calza, y sigue a vuestro Maestro.
Oh, mis pequeños benditos. ¿Qué puedo esperar de vosotros?, si todo cuanto me has pedido lo he entregado, mis pequeños benditos. ¿Qué te ha faltado, mis pequeños amados? Más vosotros tenéis el pan de cada día en vuestros hogares, tenéis el denario suficiente en vuestro bolsillo, tenéis un techo donde cubrirte de la intemperie de los tiempos, tienes un cobijo mis pequeños amados; más ve y contempla a aquellos de tus hermanos que no poseen tus privilegios, mis pequeños benditos. Mas no temas, que nada faltará en vuestro hogar; nada faltará para los tuyos, para los de vuestra sangre. Más no desistas, no te canses de pedir, de orar, no temas corazones de buena voluntad.
Aprende a amar, primeramente a ti mismo, para que puedas amar a vuestros semejante y hermano. Vosotros consideráis a este mes como símbolo de Amor, de Amistad, de Paz y de Tranquilidad. Pues así mismo tómalo, entrega Amor, entrega Paz; sé aquel amigo que deseas para ti, mis pequeños benditos. Entrega el Sano y el Buen Consejo.
Pon tu hombro para vuestro hermano. Tiende vuestra diestra para sostener a tu mejor amigo, a tu hermano, a tu compañero, a tu compañera, a tus vástagos entrega el Sano y el Buen ejemplo, mis pequeños amados.
Jamás dudes del Amor que siento por vosotros, y jamás me culpes, mis hijos benditos, de todo cuanto acontece en el Haz Terrenal. El Hombre y solamente el Hombre, ha destruido todo el paraíso que te he entregado; y lo seguirán destruyendo, mis pequeños amados. Pero ahí estaré Yo, con aquellos, que en verdad me aman, que en verdad han decidido seguirme, y que no me dan de las espaldas, mis pequeños amados.
Yo os pregunto: ¿Habéis quedado conformes? Bendito seas. Contempla estas estatuillas de la Inocencia, y contempla la Inocencia, mis pequeños benditos, asimismo cómo esas inocencias han de ser todos y cada uno de vosotros. Sin aquellos sin sabores, sin aquellas envidias, sin aquellas avaricias, sin aquellos rencores, sé como las inocencias, que hoy se lastiman y al instante sois como aquellos hermanos que se acercan uno al otro.
Así vosotros: Mirad y contemplar a las inocencias, que por un instante son peleando por aquel juguete y al instante mismo lo están ofreciendo, mis pequeños benditos. Por qué vosotros no podemos ser como aquellas inocencias, pequeños benditos.
Más no teman jamás. Que por vuestra conformidad Yo entrego a Manos Llenas: tomen y lleven mis hijos benditos, del Pan sin levadura, del Jergón, de la Miel, de la Uva. Tomen y lleven estas Monedillas que multiplicadas han de ser en lo material. Tomen y lleven, mis pequeños amados, esas llavecitas del trabajo, para que a mí sí mismo sean abriéndose esas portezuelas de par en par. Tomen y lleven mis hijos benditos, Yo les entregó a Manos llenas.
Más tomad y llevad de mi Bendición: en el Nombre que Sois + El Padre + El Hijo + y El Espíritu Santo.
No les digo el adiós, mis pequeños amados, porque pronto estaré de retorno en esta Bendita Casa de Oración.
Mi Paz sea con todos y cada uno de vosotros.
(Canto: “Adios oh Padre…”).