Cátedra de Comunicación Espiritual Divina de Nuestro Señor Jesucristo
Canalizado por: Hermana Concepción
Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de buena voluntad. Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de buena voluntad. Gloria a Dios en las Alturas y desciende Mi Espíritu Limpio y Puro de la Escala de Jacob a la de vuestro corazón, y de ahí a vuestro propio entendimiento humano.
Bienvenidos sean los que vienen por primera, por segunda, por tercera vez y los que aposentados son ya en este Bendito Redil Sacrosanto. Tomad de vuestro banquillo, Humanidad entera. Tomar de vuestro banquillo Congregación amada, y escuchar con atención mi Consoladora Parábola.
La bienvenida os doy a todos por igual, sin distinción alguna de Raza, de Credo, de Color, porque todos sois mis hijos y a todos os amo por igual. A buenos y a malos que habéis acercándose entre la multitud amada a esta Bendita Casa de Oración, para recibir a Manos Llenas de mi Luz y de Mi Gracia, en Alba Bendita llena de Gracia: Alba primicia del mes de junio, del Año del Hombre 2023, en la cual Mi Aposento -una vez más- es entre vosotros.
He venido en esta bendita Alba llena de Gracia a tocar sus corazones, a escuchar el palpitar y a apartar tristezas y congojas, a cubrirlos con mi Luz, con mi Fuerza y con mi Fortaleza. Porque venid contemplando alba por alba cómo sois perdiéndose en aquellos vicios, cómo sois perdiéndose en las callejuelas, cómo sois perdiéndose en aquellos aparatos; pues así mismo, Humanidad entera, Congregación amada, ¿dónde puede estar la Humanidad que Yo forjé con mi propio Palmo? ¿Dónde pueden encontrarse toda aquella inocencia? ¿Dónde puede encontrarse todas aquellas mancebas? ¿Dónde puedo encontrar y contemplar a aquellos varones que eran acercándose a pedir y a suplicar por todos y cada uno de vosotros?
Pues ahora, mis pequeños benditos, ¿sois encerrados entre cuatro paredes en vuestros hogares? Otros más, trabulando hacia La Falsedad y La Mentira. Más otros más perdidos sois en el letargo, esperando y aguardando, algo que no vendrá – mis hijos benditos y bienamados-
Más así mismo, lo dice vuestro Jesús, corrompido es el Haz Terrenal, porque sois arrebatándose la vida los unos a los otros. Porque sois arrebatándose cuanto es en lo material, las pertenencias que con cuánto dolor, con cuánto esfuerzo sois vosotros teniendo en vuestro hogar, y en vuestro bolsillo, porque sois unos a otros juzgando y malmirando y criticando -mis pequeños benditos- los unos de los otros, y en todo momento en todo instante puedo contemplar el balbucear de vuestros labios que abiertos sois para juzgar y criticar a vuestro semejante y hermano, cuando así mismo, esos mismos labios debieran de abrirse para entregar el Sano y el Buen Consejo, a abrir de par en par vuestros labios, si no es para entregar Paz y Tranquilidad a todo aquel de vuestro hermano que os solicita la ayuda.
Más vuestros labios sois para todo lo contrario: para maldecir, para criticar y juzgar a vuestro hermano -mis pequeños benditos y bien amados-. No seas más en el pedrusco, en el tropiezo, no seas más -mis pequeños- en el dormitar. ¡A la alerta, a la alerta! os lo dice vuestro Padre.
Mira y contempla lo que ha de venir, para todos y cada uno de vuestras lejanas y cercanas comarcas. Así mismo como la Perla Mexicana estará en tristeza, en congoja, y en dolor. Más no echéis en saquillo roto todo cuanto os dice tú Jesús amado, porque voy escuchando de vuestros labios cuando eres en verdad diciendo de voz en cuello: “Me dice qué pasará, y no ha pasado…”, más no quiero contemplarte -mis pequeños- en el mesar de cabellos, en el rechinar de dientes y en aquellos gritos, mis pequeños benditos. Porque así mismo, Yo te he venido a dar el Aviso, el Sano y el Buen Consejo, más allá tú si lo echas en saquillo roto, mis pequeños amados.
Contempla en verdad de aquella tristeza que se viene para vosotros, aquel dolor -mis pequeños benditos-. En unión los he de contemplar -mis pequeños amados-. Más cuando llegue todo aquello que ha de acontecer -ahora os lo dice vuestro Padre, ahora os lo dice vuestro Maestro- no esperes, no aguardes a que sean pasando todas y cada una de aquellas catástrofes, porque ha de venir aquella peste que ha de dañar a las inocencias -mis pequeños benditos-; porque ha de venir aquella furia en cada uno de los elementos -mis pequeños hijos-; porque ha de venir aquellos movimientos de la Tierra -mis pequeños amados- porque han de contemplar vuestras pupilas aquello que ha de descender de los altos cielos. Más habéis de contemplar cómo sois abriendo la Tierra -mis pequeños benditos- y acabando con ciudades enteras por aquellas aberturas del Haz Terrenal, por aquellos movimientos y por aquellas aguas -mis pequeños benditos y bienamados-.
Más pleitos y derramamiento de sangre he de contemplar de los altos mandatarios, mis pequeños benditos, luchando como aquellos animales, mis pequeños benditos, por un mendrugo de pan. Más asimismo no sois inconformidad, mis pequeños amados, y buscan más y más poder. Y así mismo, entre más poder poseen, más será su avaricia y su maldad mis pequeños benditos.
Por ello, Yo te invito a ti mi pequeño, mi pequeña amada, a elevar aquellas plegarias, a elevar aquella oración, y pedir e implorar a mi Madre amada, a mi Padre Eterno, por toda tu Hermana humanidad, por vuestros elementos, por todo cuanto acontece en el Haz Terrenal, por todo ser viviente en el Haz de la Tierra, por vosotros mismos, mis pequeños benditos y bien amados, amándose han de ser los unos y a los otros, no quitándose de la vida los unos a los otros. Estrechar entre tu regazo a vuestro hermano cuando a sí mismo, contemples que de ti necesita, mis pequeños. No les contemples solamente y des media vuelta y lo dejes ahí derrumbado, triste y acongojado; ¡conduélete, mis pequeños benditos, más no solamente de tu Hermana Humanidad, sino de todo aquel ser vivo, mis pequeños benditos! porque de ellos has de recibir de grande manera, mis pequeños benditos.
¡Apártate de lo material! Mira y contempla, mis pequeños amados, todo aquel ser vivo que necesita de ti, ¿me habéis escuchado mis pequeños? Aparta toda la tristeza, toda la congoja y todo dolor de vuestras envolturas y prepárate en verdad -mis pequeños amados- como os dije albas atrás: nuestra preparación no es venir y tomar el banquillo y escuchar y esperar y aguardar, sino ¡actúa!, como os dice vuestro libro Actúa Israel.
Levanta tu sandalia y sigue a tu Maestro con el ejemplo, como Yo a sí mismo he venido a enseñar. Tú así mismo has de enseñar, porque la Humanidad entera esperará de ti, mis pequeños benditos. Mas así mismo, si te encuentras en el letargo, qué podrás ofrecer -mis pequeños amados- si te encuentras con aquellos labios cerrados, mis pequeños benditos. ¿Qué podrás entregar, si no tendrás palabra de aliento para entregar a vuestros semejantes y hermano cuando llegado sea el momento? porque no te has preparado, mis pequeños benditos, porque no has cumplido conforme ha sido mi Bendita Voluntad; porque no es Mi Voluntad que estés en el banquillo esperando y aguardando, mis pequeños benditos; porque es Mi Voluntad que labores, que labres la Tierra, mis pequeños amados, labora en el Haz Terrenal, labora en vuestra propia envoltura.
Laboran en vuestra propia sangre, mis pequeños benditos. No esperes, no aguardes porque nada caerá de la lluvia, nada caerá de los altos cielos y nada caerá. Mis pequeños benditos de tu semejante y hermano, tu labrarás, vuestra propia tierra, y tú mirarás el fruto, mis pequeños benditos, más no quiero contemplar a aquellas semillas vanas -mis pequeños amados- porque Yo te he entregado La Semilla que has de depositar en el Haz Terrenal, y las regarás y la cosecharás para vuestro propio beneficio, mis pequeños benditos. Más si la guardas en aquel saquillo roto -mis pequeños amados- la contemplaréis, mis pequeños benditos, vana mis pequeños amados.
Aquel ropaje lo contemplaréis hecho girones, cuando Yo he postrado para vosotros el ropaje engalanado, mis pequeños amados. No dormites os lo dice vuestro Jesús. Levanta vuestra calza, os lo dice vuestro Maestro. Sé como aquel parvulillo que escucha y labora, mis pequeños benditos y bienamados. No seas como aquel parvulillo que abre aquel libro, y solamente lo contempla, lo cierra y lo guarda… No, mis pequeños amados; para eso no te he dado el libro, sino para que lo contemples y actúes, mis pequeños amados. Labora y labra mis pequeños benditos.
Pedro bendito y Amado, ¿qué puedo esperar de ti?
Bendito y alabado seas varón: Limpiaré y desmancharé desde tu calza hasta tu crisma, esta de tu calza sea el ejemplo que han de seguir vuestros semejantes y hermanos. Y labra más entre los tuyos, en los de tu sangre, porque todos sois en el olvido hacia vuestro Jesús Amado. Mas tomma y lleva varón, levanta vuestra calza y sigue a tu Maestro.
Muchas de las veces, corazones de buena voluntad, es menester que recibáis aquella prueba de dolor para que así mismo seas recordando que aún estoy entre vosotros; que os envío a mis Ángeles custodios para que laboren a la par con cada uno de vosotros. Más vosotros sois rechazándolos en todo momento y en todo instante, más solo vais recordando a tu Jesús cuando tienes un problema, una tristeza y un dolor. ¿Deseas en verdad, que llegue para ti en la tristeza, el dolor y la congoja para que recuerdes que el Mundo Celestial está presente mis pequeños benditos? porque solamente así te postras, ahora aunque sea de voz en cuello a gritar que por qué a ti, que por qué te pasan a ti las cosas, que todo recae sobre de ti, ¿en verdad lo crees, mis pequeños amados?
Contempla a vuestro alrededor y ve a aquel que no tiene un palmo, que no tiene una calza, que no tiene alguno de sus miembros, y sois aquellos quienes con más fortaleza van por el Haz Terrenal, mis pequeños benditos, quienes más Fe Viva llevan en Mí y en el Mundo Celestial, y son quienes menos se quejan, mis pequeños benditos. Mírate a ti mismo, estás completo mis pequeños benditos, tienes una choza donde cubrirte de la intemperie de los Tiempos, tienes la vestimenta, tienes el cobijo, tienes todos y cada uno de tus sentidos, de tus miembros, y aún así te quejas, mis pequeños benditos, aún así pides más a manos llenas… y aún así, mis pequeños benditos, vas diciendo que dónde estoy, que no estoy contigo, que no me escuchas, que no me he contemplas y que no hago caso a tu llamada… Mas heme aquí ante vosotros, mis pequeños benditos, sois vosotros mismos quien me da de las espaldas, porque Yo te escucho y Yo te atiendo, y Yo te ayudo a salir adelante, mis pequeños amados. Eres tú quien te alejas de Mí, así es, Yo no soy quien me alejo, Yo estoy presente en cada grito, en cada llanto, en cada palpitar de vuestro corazón, cuando menos lo esperas, ahí me encuentro a tu lado. Más vosotros sois los que te apartas y te alejas, mis pequeños benditos.
Prepárate con la meditación, prepárate con la oración, prepárate con la ayuda a vuestro semejante y hermano. Más no os digo que te quedes tú sin nada y lo entregues mis pequeños benditos. Pero sí entrega lo que les hace falta a los demás. Ayúdales, con una palabra será suficiente, mis pequeños benditos. No te pido “salte de tu choza y deja que ellos entren”, no te pido “quítate aquel abrigo y entrégalo”… no mis pequeños. Tú sabes lo que hace falta a vuestros hermanos y tú no lo usas, mis pequeños benditos. ¿Tú sabes las necesidades que tiene cada uno de vuestros semejantes, y tú lo echas en el bote de basura, mis pequeños benditos.
Más no temas, que el Perdón Yo te entrego en estos instantes: Yo te doy, en este momento, la Sabiduría y el Entendimiento, el Don de Palabra, mis pequeños benditos. Más sé aquel espejo en el cual se han de reflejar vuestros hermanos, vuestros pequeños, mis pequeños benditos y bien amados. No hacer del oído sordo, no echar en saquillo roto mi Parábola amada, porque en verdad os digo que te escucharé en lamentación, te escucharé en gritos, en alaridos por lo que ha de acontecer mis pequeños amados. Es el momento de levantar vuestra calza, es el momento de labrar, es el momento de actuar. No dormites, mis pequeños hijos.
Acercarme de tus aguas, varón amado. Aguas cristalinas que traídas sois del Río Jordán, para limpiar y desmanchar a vuestra Hermana Humanidad, Yo las limpio y las desmancho en estos instantes. Y postro una gota de Mi Preciosa Sangre, cual Bálsamo de Sanidad, aquel que bebiere de él, sano y salvo será, porque esa es Mi Voluntad.
Acercarme vuestro botón. Bendito seas.
He de entregar primeramente a vuestra Escala, Símbolo de la Hermandad Espiritual. He de depositar este Rocío a las aguas territoriales. Reciban de este Rocío las altas y bajas montañas.Sea este Rocío a las cárceles y presidios en los que se encuentran retenidos mis hijos con culpa y sin ella. Sea este Rocío derramado a todo ser viviente en el Haz Terrenal. Sea este Rocío a los campos y campesinos… Sea este Rocío a vuestros hogares y a quienes habéis dejado en ellos.
He hecho ha sido Pedro Bendito, levanta vuestra casa y sigue a tu Maestro.
Asimismo he entregado a Manos Llenas Congregación amada. Apartarse, mis pequeños benditos, de todo aquello que no es bueno para vosotros. Apartarse de aquellos caminos llenos de pedruscos y de espinos, limpiar y desmanchar vuestra calza, mis pequeños benditos. Dejar atrás toda cuita y todo dolor, porque así mismo habéis de recibir a Manos Llenas de lo que poseo para vosotros ¡oh Congregación amada!
Mira y contempla las maravillas que traigo para vosotros: Mirar y escuchar el trinar de las aves, aquellas Herramientas que vienen trayendo Mis Ángeles y Arcángeles, Serafines y Querubines para labrar junto con vosotros y seguir adelante. Más no te pierdas en aquel vicio, de aquellos aparatillos, mis pequeños amados.
Más así mismo Yo os pregunto: ¿Habéis quedado conformes? Benditos y alabados sean. Que por vuestra conformidad, Yo entrego a Manos Llenas: Tomar y llevar, mis hijos benditos, del Pan Sin Levadura, del Jergón, de la Miel y de la Uva. Tomen y lleven, mis hijos benditos, de las Llavecillas del Trabajo. Tomad y llevad de esta Monedillaa que multiplicada será en lo material, nada faltará en vuestros hogares, nada faltará en vuestro mesar porque no es esa Mi Voluntad.
Oren cuando estén repartiendo el Pan, porque ahí estaré con vosotros. Agradezcan que tienen un bocado que llevarse a vuestros labios, porque Yo lo estaré bendiciendo, mis pequeños benditos. Levanten vuestra calza al abrir el Alba y agradezcan por la Luz que contemplan sus pupilas. Y vean y contemplen lo que ha de venir para vosotros en cada nueva Alba y agradezcan cuando vayan al regreso por todo lo que lograron, por todo lo que trabajaron, por todo lo que hicieron, y por todo lo que contemplaron, mis pequeños benditos. Den un abrazo fraternal a los suyos, mis pequeños amados, porque no saben cuándo será la última vez que lo hagan.
Mis pequeños benditos, sean estrechando de sus palmos los unos contra los otros -mis pequeños benditos- entregando en aquel apretón de palmos toda la buena vibra, todo el Amor que son capaces de repartir, mis pequeños amados.
Tomen y lleven de mi Bendición: en el Nombre que Sois el Padre + en el Nombre que Sois el Hijo + y en el Nombre que Sois la Luz Bendita del Espíritu Santo.
Mi Paz sea con vosotros.
(Canto: “Adios oh Padre, todos nos vamos…”)