Cátedra de Conmemoración por la institución de los 22 Preceptos:
1 septiembre de 1866
Cátedra de Comunicación Espiritual Divina de Nuestro Señor Jesucristo
Canalizado por: Hermana Concepción
Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de buena voluntad. Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de buena voluntad. Gloria a Dios en las Alturas y desciende mi Espíritu Limpio y Puro, de la Escala de Perfección así a la de Jacob, y de allí a vuestro propio entendimiento humano.
Bienvenidos sean los que vienen por primera, por segunda y por tercera vez, y los que aposentados sois ya en este Bendito Redil Sacrosanto. Pasad a tomad de vuestro banquillo, Humanidad entera, y escuchad con atención mi Consoladora Parábola.
Benditos y alabados sean, los unos y los otros. Que bien lo dije albas atrás, con uno o dos reunidos presente me haría, y heme aquí ante vuestras pupilas, ¡oh Humanidad entera!
Corto es el pueblo, corto es e número, más grande es el latir de vuestros corazones, benditos y alabados sean, porque recibiendo sois a todos por igual sin distinción alguna de raza, de credo, de color, porque todos sois mis hijos y a todos amo por igual.
Benditos y alabados sean que presentes pueden hacerse en alba bendita llena de Gracia, alba primicia del mes de septiembre, del año del Hombre dos mil veintiuno, en el cual mi Aposento es en Espíritu y en Verdad ante vosotros ¡oh Congregación Bendita, oh Pueblo amado de Israel!
Qué puedo esperar de cada uno de vosotros, si todo así mismo cuanto he pedido -mis pequeños amados- caso omiso has hecho al llamado amado; mas os te perdono, Humanidad entera, os te perdono Congregación amada. Mas qué puede esperar mi Pueblo bendito de tu Jesús amado si todo cuanto me habéis pedido, ha sido concedido mis pequeños amados.
Mas no me pidas, corazones de buena voluntad, que sea calmando la intemperie de los tiempos porque he cumplido conforme escrito ha sido en el libro del Edén. Avisados fueron cada uno de vosotros de lustros atrás, mis pequeños benditos, que esto llegaría oh mis amados hijos. Mas cuántas y cuántas albas os he pedido: redímete en verdad, Humanidad entera. Mas sois nuevamente en el tropiezo, mas sois nuevamente en el error, porque no eres arrepintiéndose del mal que has acumulado a lo largo de los años, mis pequeños benditos; sino que vas cometiendo nuevos y más errores, oh mis pequeños amados.
Mas alba por alba, vengo perdonando tu pecado y tu error, mis pequeños benditos, y nuevamente os lo dice vuestro Jesús: redímete en verdad, oh Humanidad entera. No quiero contemplarte en lamentación, porque cercana es el alba en la cual te he de contemplar a vosotros mismos en el mesar de cabellos, en el rechinar de dientes, y gritando de voz en cuello la ayuda para vosotros, mas así mismo os lo dice vuestro Jesús: es momento de abrir vuestro corazón, es momento de escuchar el palpitar, para así escuchar a tu llamado bendito, oh Humanidad entera. No esperes y no aguardes a la lamentación, es el momento de elevar la plegaria, es el momento de redimirte, es el momento de limpiar y desmanchar desde tu crisma y hasta tu calza, por dentro y por fuera, mis pequeños labriegos, mi pequeño Pueblo de Israel.
Redímete en verdad, os lo dice vuestro Jesús, porque no quiero contemplarte en el rechinar de dientes, en correr de un lado hacia otro, sin encontrar hacia dónde ir, sin encontrar ese refugio, esa guarida en la que querrás estar mis pequeños labriegos.
Redímete en verdad, os lo dice vuestro Jesús amado; porque mirad y contemplad que dejado aquellos Mandamientos para que los lleves acabo, mis pequeños hijos. Escritos son primeramente 10, más posteriormente fueron 22. Mas Yo os te pregunto, labriegos benditos, de 22 Preceptos ¿cuál de ellos cumpliendo eres en verdad?, ni el primero mis pequeños benditos, porque dices amarme, mis pequeños amados, pero primero sois postrándote ante el materialismo, porque si la portezuela se abriese de par en par correrias hacia aquello que tanto anhelas; correrías corazones benditos, a aquello que tu llamas “viajes”, “fiestas”, “familia”, “alegría”, mas todo aquello corazones benditos… falso es corazones amados, porque no sabes realmente lo que es la verdadera felicidad, mis pequeños benditos y bienamados; porque vas dejando todo, corazones benditos, para irte a tu libre albedrío; mas así mismo te olvidas de tu Jesús amado.
Ve y contempla cómo es que ni el primer Mandamiento vais cumpliendo mis hijos amados, porque me haces a un lado por el materialismo; dices amarme pero no lo suficiente para dejar todo por Mi.
Mas así mismo contempla en aquella sinagoga, en la cual se encontraba aquel varón: limpio por fuera, con aquellas vestimentas engalanadas y diciendo ante mi estatuilla “heme aquí Señor, como todas y cada una de las albas, viniéndote a dar las gracias por esto que me has dado, por esta ropa engalanada, y porque todo lo he hecho yo con mi propia mano”. Más a un lado de este varón se encontraba el otro, con aquellos harapos, humildemente inclinando su frontal y diciendo: “gracias Señor, porque tengo lo necesario para seguir adelante”. Mas así mismo aquel “engalanado”, miró con recelo a aquel “harapiento” y díjose así mismo: “yo todo lo que tengo y todo lo que poseo lo he hecho con mi propia mano, mas por qué he de darle a ese pordiosero”. Mas aquella vanidad, aquel egoísmo fue creciendo cada alba; mas nunca falto a la sinagoga ni el uno ni el otro. Mas así pasaron los días, los meses, y los años, cuando así mismo fueron llamados a entregar cuentas. Mas el último suspiro que dieron aquel engalanado fue sollozado por muchos, acompañado por miles; mientras aquel varón que humildemente era, nadie lo recordó, nadie le lloró, y fue olvidado. Mas qué pasó al llegar, corazones benditos, cuando trabularon sus espíritus: aquel “engalanado” era tropezando con todo, porque todo le parecía desconocido, todo en penumbras para él, aún preguntándose por qué estoy aquí, qué hago en este lugar, por qué no veo. Mas aquel que en humildad era, no hubo tropiezo y aquellos harapos que postraba en el terrenal, llenándose de Luz, vestido y engalanado, mas llegó ante Mí; y aún con esa humildad, seguía agradeciéndole por lo poco o mucho que le había dado. Mas aquel engalanado renegando de Mí, “por qué no puedo seguir adelante, por qué me haces tropezar, si yo siempre acudí a tu sinagoga, si yo siempre estuve ante tí… ¿por qué me abandonas?” Mas fue en ese instante cuando escuchó aquella voz, que nunca fue abandonado, mas nunca abrió su corazón… siempre vivió en vanidades, en lujos, mas siempre hizo menos a los demás mas miró con rechazo a aquel harapiento en lugar de quitarse aquella capa y brindársela. Mas así mismo, mis pequeños benditos, Yo le pedí que pidiera ayuda a aquel harapiento, porque él le enseñaría el camino. Mas qué hizo aquel varón, se reunió con todos aquellos, que eran igual que él y bajaron al Haz Terrenal a hacer maldades, bajaron a quitar aquellas “calmas”, aquella paz, aquella tranquilidad a la Humanidad entera. Mas cuando escuchó nuevamente esa voz, que era su conciencia, y le decía “de qué te quejas, si nunca supiste escuchar; viviste como quisiste entre el libre albedrío y nunca diste ni una migaja de lo que poseías; nunca ayudaste. Mas así mismo, cómo quieres obtener ahora las riquezas”. Mas así mismo, mis pequeños benditos y bienamados, aquel escuchando y analizando, pidió ayuda a aquel “pordiosero”, y el pordiosero siguió en bondad: le brindó la ayuda y le tomó de la mano y así lo guió hacia el Sendero. Pero fue entonces que recapacitó cuánto tiempo tardó, años, siglos, en hacer maldad tanto en vida como en muerte.
Qué quiero decir con esto -mis pequeños benditos-, no es menester que estés bajo cuatro paredes dando golpes de pecho y orando por lo que no harás, pidiendo por lo que no has necesitado, porque eres pidiendo en egoísmo para ti y para los tuyos, y te olvidas en verdad de quien en verdad lo necesita. Y dices que Yo te voy dejando a un lado, porque no te doy lo que mereces, porque no te doy lo que pides, porque no te doy lo que necesitas. ¿En verdad lo crees, mis pequeños benditos? No es lo mismo estar en una sinagoga envaneciéndose y diciendo que asistes a ese lugar, si no eres capaz de brindar la ayuda a tu semejante y hermano. Es mejor ayudar a tu hermana Humanidad, a estar en un altar pidiendo y orando y dándote golpes de pecho porque vengo contemplándoles, a los unos y a los otros. ¿Qué tienes para ofrecerme, cuando llamado seas? Cada uno de vosotros lleva su propio libro, y hay muchos que los contemplo aún, las páginas en blanco mis pequeños benditos, porque no es lo mismo decir, que hacer, mis pequeños amados. Y no es menester que te vea toda la Humanidad que brindas la ayuda, conque sea Yo que lo esté observando será suficiente mis pequeños benditos.
Mas no te quiero contemplar en lamentación, mis pequeños benditos, sino en acción mis pequeños amados. Yo te escucho en todo momento, y Yo te brindo a Manos llenas, mas no seas en el letargo mis pequeños benditos, ni en el libre albedrío. A la alerta, a la alerta, Humanidad entera, y cumplir con el Mandato Divino, mis pequeños benditos y bienamados.
Oh Elías Bendito, Pastor amado, lustro más se cumple en que escritas sois aquellos Preceptos. Venid y dad de vuestro saludo al ovejal amado. Acercadte sin temor, ante tus ovejas y corderos y entrega el Sano y el Buen Consejo.
Pastor Elías: Con sumisión y obediencia, Padre amado.
Cátedra de Comunicación Espiritual Divina de Nuestro Pastor Elías, el Anciano Venerable.
Canalizado por: Hermana Juana
¿Amas al Padre, Amas al Hijo, Amas de la Luz Bendita del Espíritu Santo? ¿Crees en el Padre, Crees en el Hijo, Crees en la Luz Bendita del Espíritu Santo? ¿Esperas del Padre, Esperas del Hijo, Esperas de la Luz Bendita del Espíritu Santo? Aquí me encuentro en esta alba, presente en Espíritu y en verdad. Aquí estoy con ustedes, Elías, Elías.
Benditos son corazones benditos, por recibirme en esta alba llena de Gracia, Yo los recibo, con mis brazos abiertos, porque soy en verdad Elías… lo quieran creer, o no lo quieran creer, así soy Elías y les vengo entregando el Buen Consejo, la Luz para que vayan creyendo, las antorchas en verdad, para que vayan llevando las antorchas y que no se apaguen, antorchas de Fe, porque así es mi Voluntad y los limpio y los desmancho de su crisma y hasta su planta, de su planta a su crisma, por adentro, por afuera; les aparto el cansancio, la pesadez, la congoja y el espino, y el pedrusco todo aparto. Dolor y no dolor, bendizco la Escala, las flores, el río, los hospitales, las cárceles, y todo lo bendizco porque así lo dice el Padre. Benditos son.
Les dejo mi Luz, las llavecitas del trabajo, las monedillas multiplicadas 7 veces más.
Es cortas mis palabras. No les digo adiós, sino hasta pronto.
NSJ: Bendito y alabado seas; trabula al Solio Divino en Paz y en Tranquilidad dejarás a la envoltura.
(Canto: “Vuela suspiro del alma, dile a mi Padre amado…”)
NSJ: Benditos sean, mis pequeños amados, que habéis recibido de la Luz de Elías el Anciano Venerable, que ha venido a entregar de grande manera.
Así mismo, Yo les he entregado, mis pequeños benditos, aquellos que me piden de la sanidad Yo se las daré, porque esa es mi Voluntad. Levantando seré del camastro a aquellos pequeños que se encuentran recluídos en hospitales, mis pequeños benditos, a todos y cada uno de mis pequeños que se encuentran en aquel letargo con dolor, con tristeza, con congoja, levantando seréis de su calza y saliendo adelante porque esa es mi Voluntad.
Mas vosotros que me pides las llavecitas del trabajo, no temas que abriendo tu corazón de par en par y comunicándote de Espíritu a espíritu, con tu Jesús amado, abriéndose serán esas portezuelas para vuestra labor material. Para vosotros que me piden por aquellos pequeños que perdidos sois en los caminos, por aquellos que han quedado olvidados, por aquellos que han perecido con aquellas aguas, por aquellos que han quedado en los caminos, no temiendo han de ser, porque así mismo, llevándolos a mi regazo bendito he de ser, mis pequeños benditos y bienamados.
Mas no temas jamás, corazones de buena voluntad, mientras no os falte vuestra Fe, grandezas entregaré a vosotros mis pequeños benditos.
¡Oh pequeña! Aún no te he dado tu Bautizo Espiritual. Acercadte sin temor, pequeña bendita, con sumisión y obediencia, mi pequeña amada. No por ser la última, te he dejado en el olvido mi pequeña. Yo te recibo corazón amado. Oh pequeña bendita, tiempo ha llegado en hacerte esta pregunta: ¿habéis de seguirme, mi pequeña amada, en todo momento y en todo lugar? ¿No serás en el arrepentimiento de guiar tu calza hacia Mí, mi pequeña bendita? Vuelvo a hacer la pregunta… ¿No serás en el arrepentimiento, mi pequeña bendita? Preparada serás de grande manera, para seguir adelante mi pequeña bendita. Mas apartando he de ser todo enemigo, que a tu paso has de encontrar, toda asechanza -mi pequeña bendita-; mas habréis de seguirme en todo momento y en todo instante, dejando atrás a los tuyos, mi pequeña amada, porque mientras estés conmigo nada ni nadie os tocará, ni a ti, ni a los tuyos, mi pequeña amada.
Pedro bendito, hacedme presente vuestro hisopo. Bendito seas. ¡Oh mi pequeña amada y bendita, Yo te recibo ante mi planta amada! Te limpio y te desmanchar desde tu crisma y hasta tu calza, te revisto de mi Luz -mi pequeña bendita-: en el Nombre que Sois el Padre, en el Nombre que Sois el Hijo y en el Nombre que Sois la Luz Bendita del Espíritu Santo. Dame de tus palmas… Abro la Luz en tus benditas palmas, para que entregando seas la Tranquilidad, la Paz, a todos y cada uno que lo soliciten; no negarás jamás la caridad, mi pequeña bendita, porque no es esa mi Voluntad. Yo te revisto de mi Luz y de mi Gracia y postrando en ti el nombre de Ana, mi pequeña bendita. Como Ana te reconoceré, mi pequeña amada, y Ana te llamarás. Tomad y llevad porque seréis de las mías de ahora en adelante, pequeña bendita, tomad y llevad. Levanta vuestra calza, mi pequeña amada, bendita seas.
He ahí una más, Pedro bendito y bienamado. Mas asi mismo, fortalecida será la Casa de mi Padre, porque la penumbra ha salido. Luz y más Luz entregaré, mis pequeños benditos y bienamados, y en preparación seréis, porque esa es mi Voluntad.
Acercarme de vuestras aguas, oh Pedro amado. Bendito seas.
Aguas Benditas, que traidas sois del Río Jordán, limpiadas y desmanchadas han de ser. Aparto cuanto no pertenece, y dejo la Luz y la Gracia. Una gota de mi Preciosa Sangre, para que sean convertidas en Bálsamo de Sanidad. Aquel que tomare de ellas, sano y salvo será porque esa es mi Voluntad. Hacedme presente vuestro botón. Bendito seas.
He de derramar este rocío primeramente a vuestra Escala, Símbolo de la Hermandad Espiritual. Sea derramado este rocío a tus aguas que convertidas en Bálsamo de Sanidad serán. Sea este rocío a tus antorchas, a tus amuletos, a todo cuanto me haces presente. Sea este rocío a las lejanas y cercanas comarcas, que se encuentran en desolación, sea este rocío derramado, a las altas y bajas montañas, sea este rocío a los mares, lagos y ríos que sean cesando. Sea este rocío derramado a las cárceles y presidios, donde se encuentran recluidos mis hijos con culpa y sin ella. Sea derramado este rocío, a tus hospitales, orfanatos y asilos. Sea derramado este rocío a todos los campos y campesinos, que entregando sois vuestras cosechas que en pérdidas sois, pero levantándose seréis porque esa es mi Voluntad. Sea derramado este rocío a todos y cada uno de mis hijos benditos y bienamados. Sea este rocío a vuestros hogares, y a quienes habéis dejado en ellos. Hecho ha sido, Pedro bendito y bienamado.
Benditos sois, mis pequeños. Sé que en lamentación puedes encontrarte, porque tus pupilas contemplan los acontecimientos. Contempla en verdad, que no está en Mí, pequeños benditos, pero haré todo cuanto esté en mis Manos, corazones amados, para proteger a todos y cada uno de vosotros. Es la maldad de la Humanidad quien ha llevado a todo esto, mis pequeños benditos, por eso os dice vuestro Jesús, redímanse y obren bien mis pequeños benditos, porque mirad y contemplad, las fuertes tempestades, cómo sois levantándose las olas, de aquellas aguas -corazones benditos-, mas mirad por otros lados al Astro Rey, cómo es con gran intensidad y acabando con aquellos campos, tanto las fuertes lluvias como el Astro Rey, sois acabando con todo a vuestro paso. Mas redimanse y oren, y actúen mis pequeños benditos, mas no esperen y aguarden del letargo. A la alerta, a la alerta os lo dice vuestro Jesús, mis pequeños benditos.
Mas tómense de mi Mano, que Yo los guiaré, apartaré el pedrusco y el espino, mis pequeños benditos. Para ti, mi pequeña que pides la labor, no temas porque llegará a ti aquella portezuela que se abrirá de par en par. A ti, mi pequeña, que me pides por tus vástagos, no temas mi pequeña. No temas también por ese varón, que saliendo adelante han de ser. Mas así mismo, mis pequeños, no teman, Yo escucho el palpitar de vuestros corazones, y no es menester que escuche vuestras gargantillas. A todos y cada uno de vosotros, les he escuchado su palpitar, y todo cuanto han pedido, será dado mis pequeños benditos.
Mas Yo os pregunto: ¿habéis quedado conformes? Cortas sois mis Parábolas, en alba bendita llena de Gracia, pero en abundancia es lo que he traído para vosotros mi pequeños benditos. Por vuestra conformidad, mis pequeños amados, Yo les entrego a Manos Llenas: Tomad y llevad, mis pequeños benditos, el Pan sin Levadura, el Jergón, la Miel, la Uva y el Vino. Tomad y llevad, mis pequeños amados, estas llavecitas que no faltará nada en su hogar; con estas llavecitas abriendo las portezuelas de la labor material. Tomen y lleven de estas monedillas, que multiplicadas seréis de lo material, siete veces siete, porque esa es mi Voluntad. Tomen y lleven mis hijos benditos, de mi Bendición: en el Nombre que Sois el Padre, en el nombre que Sois el Hijo, en el Nombre que Sois la Luz Bendita del Espíritu Santo.
Mi Paz sea con vosotros.
(Canto: “Adios oh Padre, todos nos vamos…”)