Cátedra de Conmemoración: Aniversario de la entrega de los 22 Preceptos. Comunicación Espiritual Divina de Nuestro Señor Jesucristo, el Divino Maestro
Canalizado por: Hermana Concepción.
Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los hombres de Buena Voluntad. Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los hombres de Buena Voluntad. Gloria a Dios en las Alturas y desciende mi Espíritu Limpio y Puro, por la Gracia Divina del Todopoderoso . Heme aquí entre vosotros, Humanidad entera, que Yo les doy de la bienvenida a todos por igual: a buenos y malos, sin distinción alguna de Raza, ni Credo, ni Color, porque Yo vengo a recibir a todos por igual, mis hijos benditos y bienamados.
Tomad de vuestro banquillo, y escuchad mi Consolador Parábola. Crea el Hombre o no lo crea, Jesús en Espíritu y en Verdad es entre vosotros. Bienvenidos sean los que vienen por primera, por segunda y por tercera vez, y los que aposentados sois ya en este bendito Redil Sacrosanto.
Limpiando y desmanchando he de ser cada una de sus envolturas, desde su crisma y hasta su calza, mis hijos benditos y bienamados.
No os lamentéis por todo lo que os acontece, mis hijos amados, en preparación he de contemplarles mis pequeños. Mas así mismo contemplo a todos y cada uno de vosotros y en verdad os dice vuestro Jesús, que mi Obra no es una religión, mis hijos benditos. Así mismo eres libre de creer o no creer, mis pequeños amados. Mas heme aquí ante vosotros en Espíritu y en Verdad, en esta bendita alba llena de Gracia: alba primicia del mes de septiembre, del año del Hombre dos mil diecinueve, en la cual mi Aposento es ante vosotros recibiéndolos de grande manera para entregarles todo lo que he traído para cada uno de vosotros. Mas abrid vuestro corazón Humanidad entera, Pueblo bendito de Israel, para tener una comunicación de Espíritu a espíritu. No quieras contemplarme con tus ojos materiales, contempla en verdad mi Esencia ante vosotros. Para ti que gimes y lloras, el Consuelo te entrego. Para ti que te lamentes que te falta el denario, míralo en verdad en tus palmos: multiplicado siete veces siete, porque esa es mi Voluntad. Para ti que te lamentas porque las portezuelas de la labor material se encuentran cerradas de par en par, toma las llavecitas del trabajo y abre esa portezuela, mis hijos benditos y bienamados. Limpiando y desmanchando he de ser todo cuanto me haces presente, Congregación bendita y Pueblo amado de Israel.
Qué puedes esperar de vuestro Padre, mis pequeños hijos, si te he escuchado llamarme de viva voz, si te he escuchado gritando mi Nombre y diciendo que no sois acudiendo a tu llamado, mas en verdad Yo os digo mis hijos benditos: jamás acudiré a los llamados desesperados, jamás estaré presente en aquellos lamentos que solamente sois implorando mi Nombre, cuando vos necesitas de Mí, estaré ante vosotros cuando tu corazón esté en Tranquilidad y cuando seas abriéndolo de par en par e implores que sea acudiendo a tu llamado. Mas no me llames con desesperación, con gritos y con llantos, porque no me contemplaréis mis hijos benditos y bienamados.
Mirad y contemplad todo lo que a tu alrededor se puede encontrar, te dices dueño de todo cuanto te acontece, de todo cuanto te rodea, mas en verdad os dice vuestro Padre: todo es prestado, hijos benditos y bienamados; asi como el Sol, los vientos y las lluvias viene a ser para todos y cada uno de vosotros, asi el materialismo mis pequeños benditos, es por unos instantes en tus palmos, en tu choza, en tu regazo… Mas en un abrir y cerrar de ojos puede desvanecerse mis pequeños benditos. No digas entonces qué posees, porque llegaste a este Mundo con tus palmos vacíos, y con tus palmos vacíos he de recibirte cuando llegues ante Mi, mis pequeños amados; entonces por qué las avaricias, por qué los egoísmos, por qué las vanidades, si nada de lo que posees te pertenece, ni tus mismos vástagos, mis pequeños benditos y bienamados, todo es prestado por el tiempo en que tú te encuentres en este hábitat, mas cuando sea el llamado ante Mi, dejarás todo e irás como llegaste con los brazos vacíos, con tus palmos vanos, mis pequeños benditos y bienamados.
Rejocíjese vuestro corazón de que repartes el pan y lo compartes con los tuyos, regocíjese vuestro corazón porque vuestros sentidos están a la alerta, puedes andar y trabular por las callejuelas, pueden tus pupilas contemplar, pueden tus palmos palpar y puede tu alma sentir. Regocíjate corazones de buena voluntad, porque aún puedes andar y trabular, mas bendecidos sean aquellos que en el lecho del dolor se encuentran, benditos y alabados sean. Mas si es mi Voluntad, levantándose del camastro han de ser… mas si no, tranquilícese su corazón porque a Mi han de llegar. No te lamentes, mis hijos benditos, por lo que te ha sido arrebatado, bendíceles en verdad por lo que te han quitado. Mas así mismo, no maldigas a aquél que daño te ha hecho, eleva tu plegaria ante Mi para que sea perdonado y no sea más en el pecado, porque tanto peca aquel que te daña, como vosotros por estar maldiciendo.
Pide a mi Madre amorosa que os cubra con su Manto tachonado de estrellas, pide a Elías que sea iluminándote aquel sendero con aquella antorcha luminosa, para que no seas en el tropiezo, mis hijos benditos y bienamados. Abre tu corazón y toca con sus palmos a aquel enfermo para que sea levantándose sin dolor alguno; mas no te lamentes y no te culpes por lo que no te corresponde, mis pequeños benditos y bienamados. Y no busques donde no hallarás; no seas hundiéndote más en aquel pozo sin fondo, se saliendo adelante y contempla la Luz que Yo te ofrezco; contempla el camino que te ha sido trazado y síguelo con sumisión y obediencia, mis hijos benditos y bienamados. Labora, labora para ti mismo, para salir adelante mis pequeños benditos y bienamados.
Contempla en verdad aquella montaña en la cual subió aquel hombre encontrándose a aquel ermitaño, preguntole “¿qué estás haciendo?”; el ermitaño sentado y muy tranquilo contestó: “estoy trabajando”. Mas así mismo el hombre, incrédulo, preguntó: “Mas en qué trabajas, si te contemplo sentado y adormilado”. El ermitaño contestó: “Incrédulo, heme aquí trabajando porque sois entrenando dos halcones y dos águilas; heme aquí tranquilizando a dos conejos; heme aquí, sois amansando a un burro y motivando a seguir; heme aquí disciplinando a una serpiente y domando a un león”. Incrédulo aquel hombre volteó hacia todos lados y dijo: “Pero si yo te contemplo solo en este lugar, no veo más que tu envoltura y en pereza te puedo encontrar”. Mas así aquel ermitaño contestó: “Entreno dos halcones que sois acechando todo cuanto se le pone en frente, sin mirar si es bueno o si es malo y esos halcones son mis ojos. Entreno a dos águilas que con sus dos garras destrozan todo cuanto se encuentran a su paso y esas dos águilas son mis manos. Tranquilizo a dos conejos, los cuales transitan por todos y cada uno de los rincones, van y vienen y así mismo tranquilizo para que aunque estén en aquel dolor y en aquel tropiezo, estén en Paz y son mis pies. Así mismo, sois motivando a este burro para que sea cargando con su carga, para que desaparezca la pereza para que así mismo sea apartando del dolor, y sea en sumisión y en obediencia a la cruz que ha de cargar, y esa cruz es mi cuerpo. Así mismo varón bendito –dijo aquel ermitaño– disciplino a esta serpiente, que aún y cuando se encuentra en esta rejas tan fuertes; por instantes es saliéndose de esas rejas y mordiendo y lastimando a quien es acercándose, o a quien en lejanía se puede encontrar; disciplino a esta serpiente que es mi boca. Y por último, domando sois a este león que se cree el rey y el centro de atención; este león es mi ego. Heme aquí que no estoy solo sentado, sino estoy trabajando… ¿y tú, en qué trabajas varón?”.
Analizad con atención cada una de las parábolas de este ermitaño, Pueblo amado de Israel, Congregación amada. Mas así mismo, vosotros en qué trabajáis y así mismo no me refiero a vuestra labor material que es para el sustento de vosotros mismos. Analizad, analizad, mis hijos benditos y bienamados.
Más recordad esta alba, alba primicia del mes de septiembre, en la cual Elías postró 22 Preceptos para que los lleváses a cabo, mas Yo te pregunto: ¿Con cuántos de los 22 eres cumpliendo? Mas así mismo no me contestes, sino analízalo en verdad.
Primero, amarás a tu Dios antes que todo lo creado. Mas vosotros amáis todo lo que posees antes que a tu Dios.
Visitarás al enfermo consolándole. Cuántas veces te has acercado a los nosocomios a darles un momento de paz y de tranquilidad a vuestros hermanos. Al que tienes a un lado, lo has contemplado en desolación y le das la espalda; cuántas veces has entregado un abrazo fraternal a aquel que lo necesita.
Contempla en verdad, no retendrás lo ajeno en tu poder, y todo cuanto Yo sois entregando lo retienes para ti mismo, mis hijos benditos. Contempla cuántos de vuestros hermanos sois en desolación y sois necesitando y vosotros no sois entregando lo que Yo deposito para cada uno. Mas el perdón te vengo a entregar, mis hijos benditos y bienamados, por vuestra desobediencia… Yo te perdono. Por vuestra vanidad, por vuestro egoísmo… Yo te perdono, mis hijos benditos y bienamados.
Oh Elías, Elías bendito, contemplad a tu ovejas y cordero, contemplad y llevarlo a orillas del Río Jordán, para limpiar y desmanchar tus lanecitas, entrégales en verdad de tu Luz, anciano venerable…
Cátedra de Comunicación Espiritual del Pastor Elías de Tisbe, el Anciano Venerable
Canalizado por: Hermana Juana
¿Amas al Padre, amas al Hijo, amas de la Luz Bendita del Espíritu Santo? ¿Crees en el Padre, crees en el Hijo, crees en la Luz Bendita del Espíritu Santo? ¿Esperas del Padre, esperas del Hijo, y esperas de la Luz Bendita del Espíritu Santo? Heme aquí, en esta alba llena de Gracia, del año del Hombre dos mil diecinueve, del día primero de septiembre. Aquí me encuentro presente, lo quieran entender o no, lo quieran creer o no, aquí me encuentro en Espíritu y en Verdad, mis hijos amados.
Benditos. Yo los recibo por igual, Yo por igual los vengo recibiendo, y Yo los limpio el camino, aparto el pedrusco, las espinas, abro las portezuelas para que encuentren trabajo, les entrego las llavecitas del trabajo, bendizco las antorchas, bendizco las flores, bendizco la Escala, las cuatro paredes, sumisos y obedientes los quiero contemplar pequeños, cuando vengan a este recinto vengan pidiendo la Caridad del Padre, vengan sumisos y obedientes con Tranquilidad, con Respeto, cuántas veces Yo he venido a pedirles, pero ustedes no han sido sumisos y obedientes, vienen con asechanzas, vienen con las burlas, si ustedes piensas que eso es lo que han de recibir, esos son grandezas que han de recibir, Yo les contesto pequeños benditos, pero así les vengo diciendo que no deben de ser así. Yo quiero que haya respeto, quiero que haya Tranquilidad, porque pónganse a pensar que ustedes quieren salir adelante y así no pueden salir adelante porque el primer paso que dan vienen con asechanzas, vienen con aquellas burlas, vienen para ver nada más –pequeños– y no es mi Voluntad, pequeños benditos, ¿así cuándo van a salir adelante, así cuándo van a recibir grandezas del Padre? No pequeños, pero Yo les perdono pequeños benditos.
No me despido, sino que les digo hasta pronto…
(Canto: “Vuela suspiro del alma…”)
Continúa Cátedra NSJ: Benditos y alabados sean Humanidad entera, oh Congregación amada. Pocas o muchas las parábolas benditas de Elías, pero da Sano y Buen Consejo a vosotros mismos. En sumisión y en obediencia han de ser ante el Mandato Divino, Pueblo Amado de la nueva Jerusalén. En Paz y en Tranquilidad llegad a la Casa de Oración, abriendo su corazón de par en par, para que seas recibiendo a manos llenas, mis hijos benditos y bienamados.
Oh Pedro bendito, ¿qué puedo esperar de ti?
Bendito y alabado seas, oh varón. Tomad y llevad de la Sabiduría y del Entendimiento, y saliendo adelante has de ser, más apartad ese odio y ese rencor de vuestro corazón, Paz y Tranquilidad Yo te entrego, Fuerza y Fortaleza, porque así mismo vendrán jornadas tan duras que doblegarás tu calza, pero estaré allí presente para levantarte y darte la Fortaleza que has de necesitar. Toma y lleva bendito varón, levanta vuestra calza y sigue a tu Maestro.
Así mismo, todos y cada uno de vosotros –mis hijos benditos– limpiando y desmanchando he de ser, desde vuestro crisma y hasta vuestra calza. Toco vuestro corazón porque lo escucho palpitar de grande manera, algunos sois abiertos para recibir mis dones y otros se cierran a la par, para que así mismo sean en comunicación de Espíritu a espíritu con tu Jesús bendito. Mas Yo así mismo les entrego a presentes y ausentes de mi Paz, de mi Amor, de mi Regocijo bendito. Nada os faltará, porque no es esa mi Voluntad: Pídeme de grande manera y Yo te estaré escuchando, pídeme abriendo vuestro corazón y allí estaré con vosotros; mas nuevamente lo digo: no me llames a gritos, porque no te escucharé, porque este es el momento y este es el instante mismo en el cual debes abrir vuestro corazón, y pedirme de grande manera, mas no temas, porque cuanto todo que me solicites será concedido, mientras tengas Fe y abras vuestro corazón.
Hacedme presentes vuestras aguas, Pedro amado. Bendito seas.
Aguas cristalinas que traidas sois del Río Jordán, las limpio y las desmancho y aparto todo cuanto no les pertenece, todo lo superfluo y malo será alejado de estas aguas, y convertidas en Bálsamo de Sanidad. Aquel que tomare de ellas, sano y salvo será… porque esa es mi Voluntad. Una gota de mi Preciosa Sangre, cual Bálsamo de Sanidad, deposito en ellas. Vuestro ramaje, Pedro bendito… Bendito sois. Limpio y desmancho esta florecilla, que hurtada de mi Jardín ameno de mi Madre amada, más así mismo será entregando el Rocío, primeramente a la Escala, Símbolo de la Hermandad Espiritual: Sea este rocío derramado a tus aguas que convertidas en Bálsamo de Sanidad han de ser. Sea este rocío a vuestras antorchas y a vuestras monedillas que multiplicadas han de ser en lo material. A tus amuletos que me haces presentes . Sea esta agua rociada con Amor a todas las lejanas y cercanas comarcas. Sea derramado a todos los campos y campesinos que han de entregar el sustento a vuestros hermanos. Sea a las altas y bajas montañas, mares, lagos y ríos, sea este rocío derramado a todas las lejanas y cercanas comarcas que se encuentran en desolación. Sea este rocío a las cárceles y presidios donde se encuentran recluidos mis hijos, con culpa y sin ella. Sea este rocío derramado a todos los hospitales, a todos los asilos y a todos los orfanatos. Sea este rocío derramado a mis pedestales benditos que Fuerza y Fortaleza tendrán. Sea este rocío derramado a vuestras chozas y a quienes habéis dejado en ellas, sea derramado este rocío a los presentes y a los ausentes, en el Nombre que Sois el Padre, en el Nombre que Sois el Hijo y en el Nombre que Sois la Luz Bendita del Espíritu Santo. Hecho ha sido, Pedro amado… Bendito sois.
He entregado a manos llenas, mis hijos benditos, no teman por lo que sus pilas han de contemplar, sino arrópense entre mis brazos con el Manto de mi Madre para que sean protegidos a lo que ha de venir, más siempre con su corazón abierto de par en par para recibirme en el instante mismo en que escuchen el llamado. Mas así mismo, dad gracias al levantarte de vuestro lecho y al llegar la culminación del alba, corazones de buena voluntad. Sed en sumisión y en obediencia y como os lo dije lustros atrás: Amarse los unos a los otros, mis pequeños hijos, que entreguen conforme sea mi Voluntad. Sean en Paz, sean en Tranquilidad y sean en regocijo, no en odios, discordias, ni malos palabreríos. Entreguen amor, aún así cuando sepas que te está dañando aquel de tu semejante, tú pide Paz y Tranquilidad a su corazón porque no vive en Paz y en Tranquilidad, por eso busca a quien lastimar y a quien dañar.
Asi mismo Yo te pregunto: ¿habéis quedado conformes? Bendito seas… Que por vuestra conformidad Yo entrego a Manos llenas: Tomad y llevad hijos benditos, del Pan sin levadura, del Jergón, de la Miel y de la Uva. Tomen y lleven mis hijos benditos de estas monedillas que multiplicadas serán en lo material. Tomad y llevad de las llavecitas del trabajo, si aún no sois abiertas, mis pequeños benditos, es porque esa labor no es para ti, pero se abrirá la portezuela de aquella labor que es la correcta para cada uno de vosotros. Fe siempre, corazones de buena voluntad. Tomad y llevad de mi Paz y de mi Bendición amada: Yo que sois el Padre, el Hijo y la Luz Bendita del Espíritu Santo.
Mi Paz sea con vosotros.
(canto: “Adios oh Padre, todos nos vamos..”)